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Misa es re-actualización

Recuerdo. Memorial. Re-actualización. Palabras que definen lo que realmente sucede en la Santa Misa. ¿Re-actualización de qué?

¿Qué se recuerda, que se revive o  qué se re-actualiza en la Misa?  Nada menos que el sacrificio de Jesucristo en la cruz:  su muerte para salvación de todos.  El sacrificio de Cristo se re-actualiza en cada Santa Misa celebrada en cada altar de la tierra.  Re-actualización significa que estamos en el Calvario cuando estamos en Misa.  Se borra el tiempo y el espacio:  y estamos –nada menos- que ¡En el Calvario!   Así de impresionante.  ¡Gran milagro!

Cristo sufrió, y sufrió mucho.  Nosotros también, unos más otros menos, unos primero, otros después, nos toca sufrir.  ¿Cómo aceptamos nosotros el sufrimiento?  Es tema de reflexión personal.  Pero también veamos a los Apóstoles.  ¿Cómo recibieron el anuncio de la pasión y muerte del Mesías?  Es insólito ver la reacción de éstos.  Pedro se le opone y Jesús lo reprende gravemente.

Entonces Jesús, un poco después, les vuelve a anunciar -ahora por tercera vez- su pasión, su muerte y su resurrección.  (cfr. Mc. 10, 32-34).  Lo insólito es que los hermanos Santiago y Juan, los más cercanos a Jesús además de Pedro, parecen no darle importancia al patético anuncio y le piden -¡nada menos!- estar sentados “uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”.  Poder y gloria.  Posiciones  y reconocimiento...para cuando ya todo hubiera pasado.

¡Cómo somos los seres humanos!  Estos dos, evadiendo la idea misma del sufrimiento, pensaron más bien en los honores, en los puestos, en el poder al que podrían tener acceso.  De allí la respuesta de Jesús:  el que quiera tener parte en la gloria, deberá pasar por la dura prueba del sufrimiento.  Y les pregunta si están dispuestos.  No sabían ni lo que decían, pero ambos, Santiago y Juan, responden que sí.  Y su respuesta fue “profética”, pues más adelante, a medida que fueron comprendiendo el misterio del seguimiento a Cristo en el sufrimiento y la cruz, supieron sufrir y morir por El.  Pero primero tuvieron que morir a sus aspiraciones a ser los primeros, para convertirse en servidores, como su Maestro.

En el seguimiento a Cristo no hay puestos, ni competencias, ni comparaciones, ni pre-eminencias, ni ambiciones, ni afán de honores, de glorias, de triunfos. El que quiera ser grande, que se humille.  El que quiera ser primero, que sirva.  El que quiera sobresalir, que desaparezca.

Jesús nos da el ejemplo. El, siendo Dios mismo, el Ser Supremo, ha venido “a servir y a dar su vida por la salvación de todos” (Mc. 10, 35-45).  Es lo que se re-actualiza en cada Eucaristía.  Es lo que cada uno de nosotros debe re-actualizar en su vida:  servir, aún en el sufrimiento, en la cruz de cada día, en la muerte.  Y esto, para la salvación propia y de otros.

Bien integraba la honra y el sufrimiento, Santa Teresa de Jesús, con su usual sentido común y profundidad espiritual:   “¡Oh Señor mío!  Cuando pienso de qué maneras padecisteis y como no lo merecíais, no sé dónde tuve el seso cuando no deseaba padecer”  (Camino, 15, 5).

Nuestra honra no está en honores pasajeros de reconocimientos humanos.  Nuestra honra está en la gloria eterna.  Y a ésa tenemos acceso justamente porque Jesucristo, con su muerte y resurrección, la ha ganado para todos.  Digo… para todos los que quieran llegar a ella.