Resumen Bíblico

EL CIEGO DE NACIMIENTO

 

Hacía tiempo que Jesús había dejado Galilea y que andaba por Judea; era el último año de su vida. Pasaba por una calle de Jerusalén ó, al encontrarse con un ciego de nacimiento, los Apóstoles le preguntaron:

-¿Quién pecó: éste o sus padres, para nacer ciego?

“Ninguno de ellos. Nació así para que se manifiesten las obras de Dios” contestó Jesús. Escupió en tierra; hizo un poco de barro con la saliva, y lo puso en los ojos del ciego. Luego le dijo:

“Ve y lávate en la piscina de Siloé.”
Fue, se lavó y volvió con vista. Los vecinos y los que lo conocían, de darle limosnas empezaron a discutir acerca de si sería él o sería algún otro que se le pareciera. Pero les dijo que él era el ciego. Ante hecho tan extraordinario lo llevaron al senado de los judíos.

Allí le preguntaron y él repitió una vez más: «Me puso lodo, me lavé y veo». Los fariseos se enzarzaron en una discusión. Unos decían que Jesús no podía ser un hombre de Dios: porque no había guardado el sábado, y ese día era sábado. Los otros decían que si fuera un pecador no podría haber hecho un milagro tan evidente.

Concluyeron que nunca había sido ciego.

Lo volvieron a llamar; les volvió a explicar. Discutieron con el ciego y acabaron echándolo fuera de mala manera. Jesús se hizo el encontradizo con él y le preguntó:

“¿Crees tú en el Hijo le Dios?”

-¿Quién es, Señor, pata que crea en Él?

“Ya lo has visto; el que habla contigo, ese mismo es.”

-¡Creo, Señor!

Y postrándose el que había sido ciego, lo adoró.

 

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