Resumen Bíblico

DANIEL

Daniel profecías

En la primera expedición del ejército de Nabucodonosor a Judea (606 a. C.) a petición del rey, cuatro jóvenes de la nobleza de Jerusalén fueron trasladados a Babilonia, para que fueran instruidos en toda clase de saber y en la lengua caldea. Su formación duraría tres años y, si se les consideraba aptos, pasarían al servicio de Nabucodonosor.

Dios concedió a los cuatro muchachos inteligencia y sabiduría sobre toda clase de cuestiones. Daniel además estaba dotado de un poder extraordinario para interpretar visiones.

Nabucodonosor tuvo un sueño que le angustiaba tanto que no podía dormir. Convocó a sus magos y adivinos para que se lo interpretaran. Mas el rey no quiso contarles el sueño, sino que pidió que se lo adivinaran ellos, y así tendría seguridad y certeza de su interpretación. Confesaron su incapacidad, y el rey decretó la muerte de todos ellos.

También afectaba a Daniel este decreto. Oró al Señor, y Dios le reveló el enigma del rey. Para salvar su vida y la de los demás se presentó ante él y le explicó el sueño: Era una estatua de gran altura; la cabeza, de oro; el pecho y los brazos, de plata; el vientre y los lomos, de bronce; los muslos eran de hierro, y los pies de arcilla y hierro. Cuando la estaba contemplando, una leve piedra rodó de las alturas sin que interviniera mano humana, y chocó contra los pies de la estatua; ésta se derrumbó hasta convertirse en polvo y nada. En cambio, la piedra empezó a crecer; se hizo montaña, y llenó toda la Tierra.

«¡Éste es el sueño!», dijo Daniel; y su interpretación es la siguiente: «La cabeza de oro, ¡oh rey! eres tú; te sucederá otro imperio de plata; vendrá otro de bronce; después, uno fuerte como el hierro que luego se debilitará al unírsele una parte quebradiza como es la arcilla del alfarero.

La piedra que rodó de lo alto sin intervención humana es un nuevo reino que Dios creará y que perdurará eternamente. Con este sueño, ¡oh rey!, Dios te ha dado a conocer el futuro».

Nabucodonosor se postró en tierra y confesó ante Daniel: «Tu Dios es Dios de dioses y Señor de los reyes». Le obsequió con cuantiosos regalos; lo nombró señor de la provincia de Babilonia y jefe de todos los sabios.

 

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