Actualidad

Actualidad católica

TRATO A LOS ENEMIGOS

Cualquier similitud es pura coincidencia

Jesús predica el Sermón del Monte

Ya estaba el tiempo maduro para el re-establecimiento del Reino.  Y muchos pensarían que el Reino del Mesías sería una revolución contra Roma.

Ya Jesús había hecho unos cuantos milagros aquí y allá, y muchos lo seguían.  El hecho es que lo seguía un gentío inmenso venido de todas partes.

La gente estaba pendiente, muy pendiente, porque pensaban que había llegado el momento de la liberación de los romanos.  ¿Qué irá a anunciarnos este Maestro que hace tantos prodigios?  Este como que podría ser el Mesías, pensaban algunos.  Pero ¡no tenían ni idea de lo que propondría Jesús!

Y viendo Jesús la muchedumbre subió al monte y comenzó a enseñarles.   Y comienza Jesús el Sermón de la Montaña, que es como la carta magna de SU Reino.

“Felices ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.  Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.  Felices ustedes, los que lloran, porque reirán.  Felices ustedes, si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre.”

¡Aha!  ¡Qué bien!  Como que nos van a dar comida y nos van a defender de las injusticias y de los abusos, pensarían sus oyentes.

Pero ¡pobres de ustedes, los ricos, porque tienen ya su consuelo! ¡Pobres de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre! ¡Pobres de ustedes, los que ahora ríen, porque van a llorar de pena!  ¡Pobres de ustedes, cuando todos hablen bien de ustedes, porque de esa misma manera trataron a los falsos profetas en tiempos de sus antepasados!

¡Bien hecho!  ¡Ya Herodes va a tener su merecido!  Ya le van a quitar lo que tiene.  Nosotros los hambrientos vamos a ser alimentados y los ricos de la corte de Herodes van a ser despedidos vacíos.  ¡Ahí tienen, pues!

Pero antes de que pudieran distraerse demasiado con esas ilusiones, Jesús impresiona a su público judío, oprimido por el yugo romano con esto:

¡Amen a sus enemigos!¿Mmmm?  ¿Estamos oyendo bien?

Yo les digo a ustedes que me escuchan:  amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan.

¿Qué significa esto?  ¿Será que amemos a Herodes y sus subalternos, que hagamos el bien a los romanos que nos odian, que bendigamos a sus lacayos que nos maldicen y nos atropellan?

Cualquier similitud, pura coincidencia ¿no?

Ummm … ¿qué clase de revolución es ésta? ¿Cómo piensa re-establecer el Reino así?

Y Jesús no que queda allí:

Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra.  Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes.

Y Jesús no estaba hablando de situaciones imaginarias:  muchos de sus oyentes habrían sufrido algún tipo de abuso de alguna autoridad romana.  Cualquier similitud, pura coincidencia ¿no?

Definitivamente este predicador de Galilea como que no va a liderar un movimiento de resistencia contra los romanos, se dirían.  La venganza y la violencia no forman parte de su mensaje.

Ustedes han oído que se dijo ‘ojo por ojo y diente por diente’ … y ama a tu prójimo y guarda rencor a tu enemigo …  Pero Yo les digo:  amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande, y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y con los pecadores.

¿Cómo es la cosa? … Para ser hijo de Dios hay que imitar su Misericordia.  El camino de la revolución contra Roma era otro.  El mensaje central del Sermón de la Montaña, la carta magna del Reino, es la Misericordia.

Pero … ¿qué clase de revolución es ésta?  Es la revolución del perdón, de la reconciliación, de hacer el bien aún a los enemigos, de no devolver mal por mal, sino mostrar Misericordia a todos.

El buen trato a los enemigos, aparte de hacernos hijos de Dios, tiene una finalidad práctica:  hacer que nuestros enemigos se hagan amigos de Cristo y amigos nuestros, y puedan también llegar a ser hijos de Dios.

NOTA:  Todos somos creaturas de Dios, pero la Biblia nos da unas cuantas condiciones para de veras ser hijos de Dios.  Una de ellas es ésta de la Misericordia.  Pero hay otras… (verlas en ¿Hijos de Dios? y en Juan 1, 11-12, Romanos 8, 14).

Monte de las Bienaventuranzas
Monte de las Bienaventuranzas
(desde aquí Jesús nos dio estas enseñanzas)

Más artículos de Actualidad

 

buenanueva.nethomilia.org