ATRIBUTOS DIVINOS
OMNISCIENCIA DE DIOS

Si “omnis” significa “todo” y “sciéntia” significa “conocimiento”, la “Omnisciencia” divina significa que Dios lo sabe todo. Y cuando decimos “todo”, es absolutamente todo. Hasta nuestros más ocultos pensamientos, Dios los conoce mejor que nosotros, y los conoce antes de que siquiera se nos puedan ocurrir.

Dios, entonces, conoce todas las cosas: conoce todo lo que ha existido y lo que puede llegar a existir, todo lo que se ha hecho y todo lo que pueda llegar a ser hecho.

Dios conoce perfectísimamente todas las cosas. Y las conoce, no de una manera confusa o general, sino con un conocimiento clarísimo y singular, el cual llega hasta las más mínimas diferencias y detalles.

Esto significa que Dios conoce íntimamente todo lo material y lo espiritual: conoce una partícula de polvo que pueda atascar un mecanismo delicado y conoce igualmente el sentimiento secreto de una persona.

Los textos de la Sagrada Escritura son abundantes y elocuentes:

 “Mira el Señor de lo alto de los cielos, y contempla a los hijos de los hombres.

Del lugar en que vive está observando a todos los que habitan en la tierra; El, que solo formó sus corazones, El, que escudriña todas sus acciones”.(Sal. 32, 13-15)

“Tú sabes, Señor, si me he extraviado, pues no te están escondidos mis errores”. (Sal. 68, 6)

"El mundo infernal y la muerte están a la vista de Yavé, ¡cuánto más los corazones de los hombres” (Prov. 15, 11).

“Porque El reconoció a los que son falsos” (Job 11, 11).

“En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos”. (Hb. 4, 12)

“No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de Aquél al que rendiremos cuentas” (Hb. 4, 13).

“El cuenta las estrellas una a una y llama a cada una por su nombre” (Sal. 146, 4).
“Incluso los cabellos de sus cabezas están contados” (Lc. 12, 7).

 

Ahora bien, la forma de conocer de Dios y nuestra manera de conocer son bien diferentes. El ser humano va conociendo una cosa tras otra, lentamente, algo parecido a como un niño que comienza a hablar, palabra tras palabra.

No así Dios. Dios conoce todas las cosas de una sola vez. Y las conoce así desde toda la eternidad. El conoce a todos los que hemos vivido, cada árbol y cada planta, cada pensamiento nuestro. Y todo esto, en un instante.

Los especialistas requieren casi una vida para obtener conocimiento en una determinada especialidad. Dios lo conoce todo … todo, todo … instantánea y completamente.

 “Me llegó una palabra de Yavé: Antes de formarte en el seno materno te conocía; antes de que tú nacieras, Yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones” (Jer. 1, 4-5).

Dios inclusive conoce lo que hubiera sucedido en un caso dado, pero que no llegó a suceder. Por ejemplo, Dios sabe qué hubiera sido de una persona si en vez de haber estudiado para ser Médico, hubiera estudiado Ingeniería.

Otro ejemplo: Dios conoce también lo que hubiera sido de una persona con vocación sacerdotal que, no siguiendo el llamado de Dios, decidió seguir otro camino. Aplicando esto a un caso del Evangelio, Dios supo qué hubiera sido del joven rico si hubiera dejado sus bienes y hubiera seguido a Jesús, quien lo llamó para ser uno de sus discípulos. (cf. Mt. 19, 16-26).

Este conocimiento de Dios que incluye todas las otras alternativas posibles de un instante concreto de la vida de cada uno de nosotros y de la historia de la humanidad lo hace Juez infinitamente Justo, pues al conocer todo, toma en consideración todas las posibilidades. Este tipo de conocimiento divino está descrito por Cristo en el Evangelio, cuando se refiere a dos ciudades donde había hecho muchos milagros:

"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han realizado en ustedes, seguramente se habrían arrepentido, poniéndose vestidos de penitencia y cubriéndose de ceniza. Yo se lo digo: Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que ustedes en el día del juicio” (Mt. 11, 21-22).

 

Dios sabe cómo dirigir todo de la mejor manera para llevar a cabo su plan de salvación para cada uno de nosotros. La Sabiduría Infinita de Dios es el funcionamiento de su Omnisciencia.

Dios conoce perfectamente todas las cosas, “por que todo queda desnudo y al descubierto a sus ojos” (Hb. 4, 13), “incluso lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas” (Concilio Vaticano I).

“Yo ya sé que el Rey de los Egipcios no los dejará salir, si no es obligado por la fuerza. Por esto Yo extenderé mi mano y azotaré a Egipto con toda clase de males extraordinarios, de manera que él mismo los echará fuera” (Ex. 3, 19-20).

“Señor, Tú me examinas y conoces, sabes si me siento o me levanto, Tú conoces de lejos lo que pienso. Ya esté caminando o en la cama, me escudriñas; eres testigo de todos mis pasos. Aún no está en mi lengua la palabra, cuando ya tú, Señor, la conoces entera” (Sal. 138, 1-4).

“Pero hay entre ustedes algunos que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que creían y quién lo iba a entregar” (Jn. 6, 64-65).

“En verdad te digo que hoy, esta misma noche, antes de que cante el gallo por segunda vez, me habrás negados tres veces” (Mc. 14, 30).

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Tema # 11
Conocer a Dios

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Salvación y predestinación

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