ALERTA FRENTE A LA BRUJERIA

 

La Brujería incluye ritos paganos para tratar de controlar el futuro y la vida de los demás, intimidar a personas, lograr poder sobre otros, etc.

La Brujería es maligna
aunque con ella se busque
lograr un supuesto bien.
La Brujería hace daño a las personas
que hacen uso de ella

y a aquéllas contra quienes se dirige.
Por eso está condenada por Dios en la Biblia (Levítico 19, 26 y Deuteronomio 18, 10-12) y por la Iglesia Católica.

Siempre presentes en Latinoamérica y en otras partes del mundo, la Brujería y la Hechicería han sido ahora revitalizadas y propagadas con motivo de la difusión del New Age, que retoma estas prácticas ocultistas, pues sirven a su fin, ya que estas manifestaciones que son falsamente espirituales, no llevan al Reino de Dios, sino al reino del Mal.

La Brujería y la Hechicería incluyen ritos paganos para tratar de controlar el futuro y la vida de los demás, vengar a los enemigos o protegerse de hechizos, intimidar a personas, lograr poder sobre otros, etc., y en esto puede llegarse a inflingir enfermedades, peligro físico y, en general, circunstancias muy adversas para las víctimas.

En esos medios se habla de "magia blanca", que supuestamente se hace para lograr un bien personal, y de "magia negra" que se hace para causar daño. Es así como "hechizo" es a veces sinónimo de "daño". Sin embargo, esta diferencia es meramente formal, ya que, aunque con la llamada "magia blanca" se persigue un supuesto bien, el "trabajo" o hechizo que se hace puede igualmente dañar a otro. Por eso debe quedar claro que toda magia es maligna y está igualmente condenada por Dios.

La Brujería y la Hechicería son casi tan antiguas como la humanidad misma. Por ello, ya vienen condenadas estas prácticas en el Antiguo Testamento desde los primeros libros. Así leemos en Levítico 19, 26: "No practiquen la adivinación ni se metan en brujerías". Y en Deuteronomio 18, 10-12: "Que no haya adivinos, ni nadie que consulte a los astros y a hechiceros, que no se halle a nadie que practique encantamientos o consulte espíritus; que no se halle ningún adivino o quien consulte a los muertos. Porque Yahvé aborrece a los que hacen estas cosas y precisamente por esta razón los expulsa delante de tí".

En los países desarrollados, la Brujería (Witchcraft) es similar a la de los países latinoamericanos: una práctica ocultista en la que se usa la magia para adquirir conocimiento y tener el poder de controlar vidas, destinos y aún el mundo. Sin embargo, se nota una mayor organización y jerarquía. Las fuerzas que se conjuran son demonios y rinden culto a una deidad con cuernos que no es otro que el Demonio mismo.

Hay inclusive una variante de la Brujería (Witchcraft) original que ha florecido en USA desde los años 70, con el nombre de "Wicca", que contempla, además de las prácticas y creencias de la Brujería tradicional, la promoción de poderes mentales (psychic powers) y el culto a una supuesta "diosa interior", con lo que se conjuga una especie de panteísmo feminista: se cambia al Dios Unico y Verdadero diferenciado de la creatura, por una deidad femenina con la cual el ser humano estaría fundido.

En este ámbito de la Brujería y la Hechicería se pone de manifiesto en forma muy escondida, pero no por esto menos real, el poder de las fuerzas del Mal. Del reino de las tinieblas surgen estas fuerzas capaces de causar "graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad ... El que Dios permita la actividad diabólica es gran misterio" (Catecismo de la Iglesia Católica # 395), pero la misma está limitada por la Voluntad de Dios que controla todo.

La Brujería es maligna aunque con ella se busque lograr un supuesto bien, y hace daño a las personas que hacen uso de ella y a aquéllas contra quienes se dirige.

 

INDICE 15. - Alerta frente a la "canalización" de espíritus
AMNA
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